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Columna de Opinión | Innovación y Emprendimiento Mayor

Por: Carlos Román – Coordinador de Desarrollo CoLab UC.

Desde hace algunos años trabajo en temas de Innovación y Emprendimiendo Social, y desde hace un tiempo, me he especializado en la relación de éstos temas con el fenómeno de la vejez y el envejecimiento. En ese contexto, me invitaron a participar de la iniciativa “Envejecimiento de la población en Chile. Propuesta de una hoja de ruta al 2023: Trabajo y Cambio Cultural”, proyecto realizado por la Pontificia Universidad Católica de Chile, e impulsado por el Centro de Innovación UC con el apoyo del Centro UC de Estudios de Vejez y Envejecimiento, junto a diversos actores del ámbito público, privado, de la academia y de la sociedad civil. El proyecto, que contemplo una serie de actividades, concluyó con un documento en el que participé con una breve reflexión de los invito a leer.

No es un misterio que la población de mayores va en aumento, de hecho, según la ONU, la mayoría de los países del mundo ha aumentado en tamaño y proporción de adultos mayores, y se espera que el número siga creciendo. Hacia los 90’s, este grupo representaba tan sólo el 6% de la población global, para el 2050, podría alcanzar un 16%. Esto sin dudas, supone un enorme desafío para todos los sectores.

Uno de ellos, es el que promueve la innovación y el emprendimiento, el cual se ha ido posicionando como un actor relevante para que Chile pueda alcanzar el tan anhelado desarrollo. El Estado, los privados, la sociedad civil y las universidades, han impulsado innumerables iniciativas como: incubadoras, fondos concursables, programas de formación y mentorías, entre otros. Todo esto con la intención de consolidar un ecosistema que propicie la interacción de todos los actores, y que ayude a los a territorios a crear valor desde sus raíces.

En ese sentido, los jóvenes han sido el principal motor del emprendimiento innovador local. Según datos de la plataforma DataEmprendimiento, de CORFO, la edad de los emprendedores en Chile ha disminuido en los últimos años. Si a inicios del milenio era de 55 años, según los últimos datos, la edad promedio es de 35. Por otra parte, la tendencia muestra que hay un leve alza de emprendedores seniors, no obstante la mayoría de estos tienen cabida en espacios más convencionales, como Fosis o Sercotec, entidades que históricamente han apoyado a un grupo importante de este segmento.

Entonces, ¿de qué manera podemos ser pioneros en contribuir con espacios de apoyo que agreguen valor, que inviten a que los mayores sean disruptivos y generen más y mejor innovación?

Quisiera compartir algunos puntos que pueden ayudar a dicha reflexión.

Primero, debemos ser capaces de identificar liderazgos y compartir sus historias, para que así puedan desmitificar prejuicios aún existentes. En segundo lugar, hay que generar interacciones improbables, en donde una persona mayor pueda compartir con otras generaciones, generando así un beneficio mutuo. Tercero, tenemos que entregar metodologías y herramientas que entiendan los diversos contextos, así como debemos favorecer y habilitar espacios para que esto ocurra. Por último, y quizás lo más importante, tenemos que ser capaces de empatizar con nuestros mayores, de modo que podamos canalizar sus experiencias y generar iniciativas de valor agregado.

De esta manera, podremos estar mejor preparados para un mañana que sea con, para y desde los mayores.

Puedes revisar el documento completo aquí

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